viernes, 15 de abril de 2016

Crisis


VI. CRISIS DEL ESTADO BENEFACTOR 


El alza del precio internacional del crudo propició que el flujo de capitales fueran abundante, por consiguiente la economía mexicana se volvió excesivamente dependiente de las exportaciones del petróleo y para 1981 este energético representó el 75.1%  del total de las exportaciones de mercancías en contraste con el 10 % correspondiente al año 1977. Aunque se argumentaba que la economía no dependía de este hidrocarburo ya que solo representaba el 6% del Producto Interno Bruto (PIB), aunque este producto constituye el factor dominante de la balanza de pagos, lo que hacía que la economía fuera vulnerable a las fluctuaciones de un solo producto en el mercado internacional. 

Sin embargo el gobierno creyó que los precios mundiales seguirian subiendo y en consecuencia pasó por alto los signos de depresión a partir de mayo de 1981. Por consiguiente los compromisos de los gastos públicos y la deuda externa continuaban ascendiendo. La fuga de capitales, principalmente a los Estados Unidos, alentó al gobierno de López Portillo a asumir grandes cantidades de crédito a corto plazo, que tendría dificultades para reembolsar.

El derrumbe de los precios mundiales del petróleo durante el curso de 1981, arrojó a la confusión de la economía mexicana, que dependía de ellos, y siguieron una serie de devaluaciones que dieron inicio en febrero de 1982 , cuando el tipo de cambio cayó a 47 pesos por dólar y que al final de ese año el dólar costaba 144 pesos. 


El pánico se apoderó de toda la comunidad financiera internacional, que anunció a México en julio que no podía esperar más crédito. Como resultado el ministro de Hacienda Jesús Silva Herzog, se vio obligado al mes siguiente a admitir que México sería incapaz de pagar sus deudas a corto plazo que ascendía a unos 10.000 millones de dólares y la deuda total calculada ascendía a 84.100 millones de dólares. Lopez Portillo busco una salida política al derrumbe financiero nacionalizando la banca en septiembre de 1982, el régimen lo calificó de acción patriótica, un proceso culminante del acto de nacionalismo económico, iniciando con la nacionalización del petróleo en 1938 y continuando con la nacionalización de la electricidad en 1960. 

Estas medidas complicó las negociaciones promovidas por el gobierno desde el primer semestre de 1982 ante el FMI a fin de conseguir un crédito, se trataba de un nuevo crédito de facilidad ampliada condicionado a un riguroso programa de ajuste económico que México se comprometía a instrumentar para disminuir la inflación. Finalmente, tras duros debate, el día 10 de noviembre de 1982 el gobierno de México firmó la Carta de Intención, que lo comprometía a adoptar un programa de ajustes aceptable para FMI, el cual debía tener una vigencia de tres años correspondientes a 1983, 1984 y 1985 y que claramente corresponden al próximo gobierno de Miguel de la Madrid Hurtado.

La escala de la crisis del año 1982 suscitó la cuestión de si se trataba de la crisis terminal del modelo de desarrollo aplicado a partir de 1940 y de las prácticas políticas que conllevo,es decir que el modelo de acumulacion de capital que se inició en los años 40’s tocó fondo dando paso a un nuevo esquema de desarrollo económico a nivel mundial que impuso para adecuarse a las nuevas modalidades de acumulacion capital a partir de 1982.   






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