IV. EL ESTADO BENEFACTOR EN LOS GOBIERNOS MEXICANOS
Durante los sexenios de Luis Echeverría Álvarez y el de José López Portillo ubicados entre los años de 1970 a 1982, busca una respuesta a la crisis del modelo de desarrollo estabilizador que se había iniciado a principios de los setentas. La crisis mundial afecta fuertemente al México dada la dependencia económica del país, repercutiendo en algunas ramas de la economía nacional al retirarse los capitales que fortalecen las inversiones en México. Dentro de las características económicas que el país experimentó sobresalen: la profundización de crisis en la agricultura ( agotamiento del modelo agroexportador y la alta proporción de la agricultura para el mercado interno “subsistencia”), déficit de la balanza comercial y de pagos, decreciente en la exportaciones y en la importación de bienes del capital. Como consecuencia el país se condujo a un estancamiento económico, inflación, desempleo y devaluación de la moneda durante la década de los 70’s.
El sexenio de Luis Echeverría aportó avances sociales sustanciales, destinados en su mayor parte a los obreros que seguían siendo el actor con mayor poder dentro del partido oficial. No obstante, el gobierno tuvo que arreglar sus relaciones con los sectores medios también en lo cual se vio forzado prácticamente a declarar una apertura política y llevar a cabo una primera reforma electoral. El presidente entrante (José López Portillo), además de tener que reconstruir sus relaciones con casi todos los grupos políticamente activos (VGR, los dueños del capital, los líderes sindicales, los pequeños y medianos agricultores) tuvo que definir una nueva concepción del bienestar social, con tipos de acciones distintos e interlocutores nuevos.
1. SEXENIO DE LUIS ECHEVERRÍA 1970-1976
Luis Echeverría
fue ministro de Gobernación del régimen anterior, y a pesar de que ganó las
elecciones del partido del PRI en algunos sectores no fue bien recibido por el
asunto de Tlatelolco .
Pretendió una alianza popular, pero no consiguió
evitar un constante enfrentamiento con el imperialismo, aun cuando en la
práctica las empresas privadas disfrutaron de muchas oportunidades.
El sector público y el privado
chocan constantemente y ello aumentó el desempleo, la dependencia de los países
poderosos fue cada día más evidente. Pretendió dar un fuerte carácter de
incremento económico a su gobierno, tanto por lo que a hace a la exportación
cuanto al capital nacional, dando protección al pequeño y mediano ingreso,
creando empleos y fuentes de trabajo mediante áreas industriales en gran
escala, fomentando con ello a la pequeña y mediana industria. Procuró asimismo
la mexicanización de productos
naturales como el tabaco y pretendió la democratización permitiendo a todos los
partidos registrados disponer de medios de difusión, como la radio y la
televisión para poder explicar sus propósitos.Durante el gobierno de este
presidente, el control sobre los gobernadores fue absoluto.
Luis Echeverria representaba,
al finalizar la década de los sesenta, una autocrítica del sistema político
establecido por la familia revolucionaria, lo cual no dejaba de causar cierta
inquietud entre algunos grupos influyentes en la política o en la economía ,
que veían con desconfianza el nuevo giro que comenzaron a tomar las cosas de
1968, pues desde los primeros días de la campaña electoral pudo observarse que
se trataba de un serio intento por renovar las estructuras económicas y
políticas de México.
Echeverria reconocía que los
gobiernos anteriores al suyo habían cumplido su cometido al promover el
desarrollo material del país, destruir el viejo latifundismo y propiciar el
bienestar de las clases populares; pero al mismo tiempo admitía que lo
realizado era insuficiente y advertía los peligros sociales que traía consigo la
estructura de la economía mexicana creados por los gobiernos de la Revolución,
y la polarización de la riqueza que había generado el modelo escogido como vía
para el desarrollo.
La autocrítica de Echeverría
presenta dos aspectos: en primer término, el reconocimiento de una situación de
deterioro económico y político producido en los dos decenios anteriores,
situación que imponía un cambio radical de los métodos de gobierno seguidos
hasta entonces; en segundo lugar, la reafirmación de los principios
fundamentales de la Revolución mexicana, tales como el nacionalismo reformista,
la defensa de la propiedad privada y de la libre iniciativa individual, el
Estado de gobierno fuerte, promotor y director del desarrollo de la vida social
en su conjunto.
De acuerdo a sus ideas, se
puede inferir que la tendencia del nuevo gobierno llevaba la intención de
volver al equilibrio del régimen sostenido en el binomio populismo capitalismo
como un medio de dar satisfacción a las demandas de las nuevas generaciones.
Echeverría reconocía que
aquella autocrítica caería en el vacío si los dos aspectos señalados por él no
se conjugaban en la práctica, porque si los gobiernos de las dos décadas
anteriores no habían logrado las metas de justicia social emanadas de la
Revolución, no se debía, según la perspectiva de Echeverría, a que los
principios estuvieran equivocados, si no a que los medios adoptados no habían
sido eficaces, y era justamente la adopción del criterio de la eficacia como
norma de los nuevos cambios, lo que hacía que las propuestas del nuevo gobierno
aparecieran como si fueran no solo medidas necesarias en aquel momento, sino
ante todo medidas prácticas.
Bajo la consigna general de desarrollo con redistribución del ingreso, Echeverrìa hizo una crítica sistemática a la política del desarrollo estabilizador. Reconoció que el progreso material del país se había logrado a costa del sacrificio de la economía popular y de la excesiva explotación de los trabajadores. Prometió también reorganizar la reforma agraria mediante mecanismos de colaboración entre predios ejidales y privados, y replanteó la idea de colectivizar los ejidos con miras a un aumento sustancial de la productividad. Propusos la aplicación de los recursos económicos en manos del Estado a fin de promover una política de creación de empleos y la ampliación de la planta industrial, lo cual exige llevar a cabo una reforma fiscal a fondo y reducir de manera consistente endeudamiento público interno y externo. Propuso a los campesinos un nuevo programa económico cuya base sería la producción de manufacturas para la exportación, incluyendo a dicho programa a los empresarios extranjeros.
Bajo la consigna general de desarrollo con redistribución del ingreso, Echeverrìa hizo una crítica sistemática a la política del desarrollo estabilizador. Reconoció que el progreso material del país se había logrado a costa del sacrificio de la economía popular y de la excesiva explotación de los trabajadores. Prometió también reorganizar la reforma agraria mediante mecanismos de colaboración entre predios ejidales y privados, y replanteó la idea de colectivizar los ejidos con miras a un aumento sustancial de la productividad. Propusos la aplicación de los recursos económicos en manos del Estado a fin de promover una política de creación de empleos y la ampliación de la planta industrial, lo cual exige llevar a cabo una reforma fiscal a fondo y reducir de manera consistente endeudamiento público interno y externo. Propuso a los campesinos un nuevo programa económico cuya base sería la producción de manufacturas para la exportación, incluyendo a dicho programa a los empresarios extranjeros.
A. SITUACIÓN ECONÓMICA AL INICIO DEL
SEXENIO
Echeverría
ponderó la necesidad de introducir modificaciones al proyecto de desarrollo a
fin de llevar sus beneficios a todos los sectores sociales del país. Después de
señalar los efectos socialmente nocivos del “Desarrollo Estabilizador”,
cuestionó también el papel que había jugado la iniciativa privada, así como la
“responsabilidad” que ésta tenía en la estrategia de desarrollo seguida hasta
entonces, la cual había dado prioridad al crecimiento económico del que había
sido la principal beneficiada.
Daba pauta a la redefinición
del papel que, a juicio del nuevo gobierno, correspondía al estado en la
conducción del proceso económico, recuperando en cierta medida los postulados
ideológicos de la Revolución Mexicana expresados en la Constitución de 1917.
Echeverría apoyó la intervención del Estado en todas las esferas de la
economía, adjudicando a la inversión pública un papel relevante en el futuro
económico del país.
Echeverría justificó la
necesidad de pasar a un nuevo modelo de crecimiento que permitiera continuar
con el ritmo observado en la década anterior, pero corrigiendo sus efectos de
desequilibrio social. En el fondo, lo que se cuestionaba no era el modelo de
desarrollo económico, sino sus efectos negativos en cuanto a la falta de
justicia social y, por lo tanto, se pensaba que era posible solucionar las
contradicciones generadas por el “desarrollo estabilizador”. Se trataba además
de recuperar la importancia relativa del Estado en el proceso económico.
El 50% de las
familias con más bajo ingreso recibía el 15% del ingreso per cápita, mientras
que en otro extremo, el 20% de las familias con más altos ingresos recibía el
64%, y el 10% de las familias más ricas (menos de 900,000 familias) recibía el
51%. El ingreso personal promedio era de 600 dólares por año (a precios
corrientes), en tanto que el 10% de las familias más pobres de México recibía
alrededor de 90 dólares (1125 pesos) por persona en el año. Asimismo el
ingreso per cápita se repartía de manera más equitativa en los centros urbanos
que en los rurales, donde cerca del 6’% de las familias de menores recursos
recibía un ingreso mensual equivalente al que recibía solo el 16% de las
familias urbanas con menores ingresos.
No se tenían grandes esperanzas
de que su gobierno pudiera corregir realmente las fallas socioeconómicas de sus
antecesores, no obstante su crítica a las deficiencias sociales del modelo del
desarrollo estabilizador.
Durante las primeras semanas de
su mandato, Echeverría desplegó una actividad pocas veces vista en un
presidente de la República. El nuevo gobierno creó un sinnúmero de comisiones e
instituciones, entre las que se cuenta: la Comisión Nacional de las Zonas
Áridas, el Instituto Nacional para el Desarrollo de la Comunidad Rural y de la
Vivienda Popular, el Instituto Mexicano de Comercio Exterior, el Consejo
Nacional de Ciencia y Tecnología. Además, se sometieron a consideración del
Congreso varias iniciativas de ley tales como la Ley Federal de la Reforma
Agraria, la Orgánica de Petróleos Mexicanos, la General de Instituciones de
Crédito, y Organizaciones Auxiliares, la Orgánica del Banco de México, y la del
control federal de los Organismos Descentralizados y Empresas de Participación
Estatal.
Esas actividades de los
primeros meses de gobierno, sumadas a los planteamientos echeverristas acerca
de un nacionalismo económico declarado, de la necesidad de llevar a la práctica
una reforma educativa, la apertura democrática y, en fin, el nuevo estilo
político del gobierno, respaldado ante la opinión pública los objetivos
planteados por Echeveria de llevar a cabo una reorientación profunda destinada
a tener efectos a largo plazo.
“Más que realizar
un programa de gobierno” decía Echeverría en uno de sus discursos iniciales,
“ejecutaremos un programa del pueblo”, y agregaba luego: “No descansaré un sólo
día del sexenio en la tarea de promover el mejoramiento de los campesinos y del
medio rural.” Resaltaba la necesidad de la intervención estatal en la economía
a fin de hacer realidad el programa de justicia social, el Estado “posee una racionalidad distinta a la del
grupo empresarial”, aunque reconoció
que en un determinado sector de ese grupo poseía una mentalidad similar a la
del Estado, refiriéndose de manera específica a los empresarios nacionalistas
dispuestos a engrandecer a México.
La idea del empresario
nacionalista, expresado por Echeverría desde recién iniciada su administración
se habría de tomar una y otra vez a lo largo del sexenio; estaría por lo
general lleno de referencias y llamados a aquel sector de la iniciativa privada
que, de acuerdo con esa apreciación echeverrista, debería de construirse en el
aliado más efectivo en la instrumentación del proyecto económico estatal. El
eje del pacto social de desarrollo económico, debería de estar concertado por
los tres sectores: el Estado, los empresarios nacionalistas y los sectores
populares, pues el buscar apoyo en una sóla de las partes constituiría un grave
error político, se aceptaba el capital foráneo a condición de que fuera
complementario a la parte del capital mexicano, que debería ser la mayoritaria
y fundamental.
Las acciones emprendidas por
Echeverría a partir de su llegada al poder se movieron simultáneamente en el
plano de las reformas económicas y en el plano político e ideológico. la
primera reforma económica que trato de poner en marcha el gobierno de
Echeverría consistió en un proyecto de reforma fiscal, amparada por una ley
expedida por el Congreso en diciembre de 1970, es decir, a los pocos días de
iniciado el sexenio, no pretendía una modificación radical al sistema
tributario ya que afectaba de manera primordial a los artículos de lujo; sin
embargo, el proyecto suscitó el rechazo de la iniciativa privada no tanto
porque estuviera en contra de la reforma en sí, sino porque por primera vez el
gobierno tomaba una decisión de tal naturaleza sin habérselas dado a conocer
con anterioridad.
Después de aquel fracasado
intento de reforma fiscal, de haberse puesto en marcha hubiera significado un
cierto alivio los problemas financieros del Estado, al iniciarse el año de
1971, el gobierno tomó la decisión de adoptar una política restrictiva que
aparte de reducir el gasto público, ejerciera un control sobre el sistema
monetario y crediticio.
El crecimiento de la economía
descendió bruscamente pues al reducir el gobierno su ritmo de inversiones y
gastos, contrajo la demanda y esto dio motivo para que el sector privado se
mostrara cauteloso y redujera también sus inversiones, lo cual a su vez produjo
el aumento del desempleo, mientras que aumentaban los precios al consumidor.
Echeverría comenzaba su periodo presidencial con una política económica
equivocada que convirtió el primer año de su gobierno en lo que se llegó a
conocer como el año de la “atonía”.
En junio de 1971 Echeverría se
propuso llevar a la práctica la idea de la “alianza popular” con la creación de
la Comisión Nacional Tripartita, integrada por empresarios, dirigentes obreros
y representantes del gobierno, como un organismo de consulta mediante el cual
se pretendía institucionalizar el pacto social y conciliar los diferentes
intereses del sector privado y de los trabajadores, bajo la función mediadora
del Estado. En la declaración de principios de la Comisión Nacional Tripartita
se proponía: “salvar las contradicciones derivadas de nuestra estructura económica,
es un esfuerzo conjunto del gobierno y de los diferentes sectores para orientar
la actividad de todos conforma a los intereses del país”.
Ante las dificultades
económicas de aquel año de 1971, se hicieron frecuentes la declaraciones de
diversos funcionarios públicos, incluyendo a l Presidente de la república,
acerca de las “impostergables” reformas que era necesario instrumentar a fin de
superar el estancamiento; y en ese sentido, la política económica que regiría
para 1972 recuperaba los planteamientos de Echeverría sobre el problema de
concentración del ingreso.
Las actividades agropecuarias,
se dictaron varios decretos durante el año de 1972. Además de poner en vigor la
nueva Ley Federal de la Reforma Agraria, se promulgó la Ley Federal de Aguas,
se fortalecieron los instrumentos de crédito al campo y se estableció el seguro
de vida para los campesinos.
B. SITUACIÓN ECONÓMICA COMPRENDIDA ENTRE 1974-1976
La balanza
comercial reflejo de esta política, se debilitó más y el déficit pasó de 6,600
millones de pesos en 1970 a 55,600 por lo que el 31 de agosto de 1976 el peso
mexicano se devaluó, suponiendo que con ello se podría estimular la agricultura,
ganadería, pesca y turismo.
Al iniciarse la década de los
años setenta, la imagen que se tenía de México en el ámbito económico
internacional era la de un país privilegiado que destacaba entre las naciones
en vías de desarrollo. Su crecimiento económico general,
la solidez de su moneda, la solvencia de su crédito, además de la estabilidad
política interna , eran signos manifiestos de que podía ser considerado como un
país en camino hacia el progreso.
Disminuyó de manera
significativa la importancia relativa de las actividades primarias, tanto como
fuente de ocupación de mano de obra como en lo que se refiera a su
participación en el producto interno bruto nacional. Los cambios registrados
dieron como resultado la creciente diversificación de la economía en términos
de ocupación, producción y exportaciones.
El nivel del desempleo iba en
rápido aumento y la satisfacción de las necesidades de servicios educativos,
médicos, sanitarios y de vivienda, tenía un atraso de varios años. Respecto al
ramo de transportes, vastas áreas rurales no había logrado participar del
desarrollo en el transporte por carretera y el estancamiento de los
ferrocarriles se convertiría en un cuello de botella que impedía la buena
marcha de las actividades establecidas en las zonas urbanas Algunas ramas del
sector industrial electricidad, petróleo, siderurgia y minería, padecía
también estancamiento a causa de problemas financieros. Lo más grave de todo
era la imposibilidad de mantener la autosuficiencia en materia de producción de
alimentos, a causa del rezago y la descapitalización de la agricultura.
A partir de la estrategia de
sustitución de importaciones, la industria privada manufacturera de México se
convirtió en una actividad dedicada casi por completo a abastecer el mercado
interno urbano.
La creciente participación de
la inversión extranjera directa en la industria mexicana, junto con un alto
grado de concentración de la propiedad de los medios de producción, eran las
características sobresalientes de la industria en el México de 1970. De este
modo, el mercado se estrechaba, tanto por la falta de expansión de la
agricultura, como porque ellos limitaba el crecimiento de las actividades no
agrícolas. Por su parte, la industria se desenvuelve sin una agricultura que le
diera sustento sólido, con creciente penetración del capital extranjero, con un
fuerte grado de concentraciòn de la propiedad, con múltiples subsidios y
desmedida producción y con un grado limitado de eficiencia que no le permitía
competir con industrias foráneas.
Estaba claro que el modelo de
sustitución de importaciones había entrado en una fase de agotamiento, pues, al
no producirse en México las materias primas industriales y los bienes de
capital, es decir, maquinaria y tecnología, fue necesario que buena parte de
estos bienes tuviera que adquirirse en el exterior, de manera que el mero
funcionamiento de la planta industrial obligaba a la importación de manera
permanente y creciente.
La creciente concentración de la riqueza, los rezagos en la
atención de los servicios sociales, la penetración creciente del capital
extranjero, la insuficiencia agropecuaria, la ineficiencia industrial, el
desempleo, la represión y el debilitamiento del sector público.
El programa económico anunciado
en los discursos echeverristas de campaña electoral, tendiente a recuperar la
legitimidad del estado y a corregir las fallas del modelo de desarrollo
estabilizador, se publicó de manera extraoficial en los primeros meses del
nuevo gobierno, destacándose los siguientes objetivos básicos:
a) Crecimiento
con distribución del ingreso
b) Reforzamiento
de las finanzas públicas y del sector paraestatal
c) reorganización
de las transacciones internacionales y reducción de la deuda externa
d) Modernización
del sector agrícola y aumento del empleo
e) Racionalización
del desarrollo industrial
Se presentía que el Estado se
constituye en el único elemento de la sociedad capaz de garantizar la
continuidad del crecimiento y de generar, tomando a la política económica como
instrumento, los cambios que garantizarán el desarrollo integral del país.
En aquellos primeros momentos
del sexenio, la mayor preocupación del gobierno consistiría en dar solución
urgente a los graves problemas económicos que padecía el país, para lo cual se
propuso adoptar una política que fue llamada de “consolidación”, orientada a
superar los problemas financieros, como un primer y necesario paso para lograr
después, según se esperaba, la metas generales de política económica anunciadas
por Echeverría el día en que asumió el poder presidencial.
El
comportamiento de la economía en los años de 1971 y 1972 ilustra lo que
llegaría a ser una característica del sexenio echeverrista en materia de
política económica: la política del freno (1971) y arranque (1972) que habría
de incidir de manera desfavorable en la evolución de la economía mexicana.
A la flotación regulada de la
moneda que se introducía después de 22 años de estabilidad cambiaria, se le
añadía un paquete de medidas complementarias que, según se dijo, tenían el
propósito de obtener las máximas ventajas posibles y reducir al mínimo los
impactos desfavorables de la nueva situación cambiaría. Esas medidas incluían.
a)
aumento de los impuestos a la exportación de
mercancías
b)
supresión de los CEDIS (Certificados de
Devolución de Impuestos)
c)
reducción selectiva de aranceles a la
importación
d)
establecimiento de un impuesto sobre utilidades
excedentes
e)
puesta en práctica de un sistema de crecimiento
regulado del crédito
f)
elevación de las tasas de interés a los pequeños
ahorradores
g) ajustes al programa de gasto público
h)
fortalecimiento de los mecanismos de control de
precios
i) sostenimiento de los precios de venta de la
CONASUPO
j) ajustes en las percepciones de los trabajadores
al servicio del Estado
La devaluación, que era
realmente lo que significaba la flotación el peso mexicano, provocó numerosas
críticas en contra del gobierno,las cuales se centraban en el argumento de que
la situación económica nacional era el resultado lógico de la política económica
instrumentada a lo largo del sexenio, la cual además de equivocada e ineficaz ,
constituía una prueba irrefutable del fracaso no sólo de la
llamada política de desarrollo
compartido en sí misma, sino además de su inoperancia como alternativa frente
al desarrollo estabilizador.
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