viernes, 15 de abril de 2016

Estado Benefactor




IV. EL ESTADO BENEFACTOR EN LOS GOBIERNOS MEXICANOS

Durante los sexenios de Luis Echeverría Álvarez y el de José López Portillo ubicados entre los años de 1970 a 1982, busca una respuesta a la crisis del modelo de desarrollo estabilizador que se había iniciado a principios de los setentas. La crisis mundial afecta fuertemente al México dada la dependencia económica del país, repercutiendo en algunas ramas de la economía nacional al retirarse los capitales que fortalecen las inversiones en México. Dentro de las características económicas que el país experimentó sobresalen: la profundización de crisis en la agricultura ( agotamiento del modelo agroexportador y la alta proporción de la agricultura para el mercado interno “subsistencia”), déficit de la balanza comercial y de pagos, decreciente en la exportaciones y en la importación de bienes del capital. Como consecuencia el país se condujo a un estancamiento económico, inflación, desempleo y devaluación de la moneda durante la década de los 70’s.


El sexenio de Luis Echeverría aportó avances sociales sustanciales, destinados en su mayor parte a los obreros que seguían siendo el actor con mayor poder dentro del partido oficial. No obstante, el gobierno tuvo que arreglar sus relaciones con los sectores medios también en lo cual se vio forzado prácticamente a declarar una apertura política y llevar a cabo una primera reforma electoral. El presidente entrante (José López Portillo), además de tener que reconstruir sus relaciones con casi todos los grupos políticamente activos (VGR, los dueños del capital, los líderes sindicales, los pequeños y medianos agricultores) tuvo que definir una nueva concepción del bienestar social, con tipos de acciones distintos e interlocutores nuevos.




1. SEXENIO DE LUIS ECHEVERRÍA 1970­-1976 



Luis Echeverría fue ministro de Gobernación del régimen anterior, y a pesar de que ganó las elecciones del partido del PRI en algunos sectores no fue bien recibido por el asunto de Tlatelolco . 
Pretendió una alianza popular, pero no consiguió evitar un constante enfrentamiento con el imperialismo, aun cuando en la práctica las empresas privadas disfrutaron de muchas oportunidades.
El sector público y el privado chocan constantemente y ello aumentó el desempleo, la dependencia de los países poderosos fue cada día más evidente. Pretendió dar un fuerte carácter de incremento económico a su gobierno, tanto por lo que a hace a la exportación cuanto al capital nacional, dando protección al pequeño y mediano ingreso, creando empleos y fuentes de trabajo mediante áreas industriales en gran escala, fomentando con ello a la pequeña y mediana industria. Procuró asimismo la mexicanización de productos naturales como el tabaco y pretendió la democratización permitiendo a todos los partidos registrados disponer de medios de difusión, como la radio y la televisión para poder explicar sus propósitos.Durante el gobierno de este presidente, el control sobre los gobernadores fue absoluto. 


Luis Echeverria representaba, al finalizar la década de los sesenta, una autocrítica del sistema político establecido por la familia revolucionaria, lo cual no dejaba de causar cierta inquietud entre algunos grupos influyentes en la política o en la economía , que veían con desconfianza el nuevo giro que comenzaron a tomar las cosas de 1968, pues desde los primeros días de la campaña electoral pudo observarse que se trataba de un serio intento por renovar las estructuras económicas y políticas de México. 

Echeverria reconocía que los gobiernos anteriores al suyo habían cumplido su cometido al promover el desarrollo material del país, destruir el viejo latifundismo y propiciar el bienestar de las clases populares; pero al mismo tiempo admitía que lo realizado era insuficiente y advertía los peligros sociales que traía consigo la estructura de la economía mexicana creados por los gobiernos de la Revolución, y la polarización de la riqueza que había generado el modelo escogido como vía para el desarrollo.

La autocrítica de Echeverría presenta dos aspectos: en primer término, el reconocimiento de una situación de deterioro económico y político producido en los dos decenios anteriores, situación que imponía un cambio radical de los métodos de gobierno seguidos hasta entonces; en segundo lugar, la reafirmación de los principios fundamentales de la Revolución mexicana, tales como el nacionalismo reformista, la defensa de la propiedad privada y de la libre iniciativa individual, el Estado de gobierno fuerte, promotor y director del desarrollo de la vida social en su conjunto. 

De acuerdo a sus ideas, se puede inferir que la tendencia del nuevo gobierno llevaba la intención de volver al equilibrio del régimen sostenido en el binomio populismo­ capitalismo como un medio de dar satisfacción a las demandas de las nuevas generaciones.

Echeverría reconocía que aquella autocrítica caería en el vacío si los dos aspectos señalados por él no se conjugaban en la práctica, porque si los gobiernos de las dos décadas anteriores no habían logrado las metas de justicia social emanadas de la Revolución, no se debía, según la perspectiva de Echeverría, a que los principios estuvieran equivocados, si no a que los medios adoptados no habían sido eficaces, y era justamente la adopción del criterio de la eficacia como norma de los nuevos cambios, lo que hacía que las propuestas del nuevo gobierno aparecieran como si fueran no solo medidas necesarias en aquel momento, sino ante todo medidas prácticas.
Bajo la consigna general de desarrollo con redistribución del ingreso, Echeverrìa hizo una crítica sistemática a la política del desarrollo estabilizador. Reconoció que el progreso material del país se había logrado a costa del sacrificio de la economía popular y de la excesiva explotación de los trabajadores. Prometió también reorganizar la reforma agraria mediante mecanismos de colaboración entre predios ejidales y privados, y replanteó la idea de colectivizar los ejidos con miras a un aumento sustancial de la productividad. Propusos la aplicación de los recursos económicos en manos del Estado a fin de promover una política de creación de empleos y la ampliación de la planta industrial, lo cual exige llevar a cabo una reforma fiscal a fondo y reducir de manera consistente endeudamiento público interno y externo. Propuso a los campesinos un nuevo programa económico cuya base sería la producción de manufacturas para la exportación, incluyendo a dicho programa a los empresarios extranjeros. 







A. SITUACIÓN ECONÓMICA AL INICIO DEL SEXENIO 


Echeverría ponderó la necesidad de introducir modificaciones al proyecto de desarrollo a fin de llevar sus beneficios a todos los sectores sociales del país. Después de señalar los efectos socialmente nocivos del “Desarrollo Estabilizador”, cuestionó también el papel que había jugado la iniciativa privada, así como la “responsabilidad” que ésta tenía en la estrategia de desarrollo seguida hasta entonces, la cual había dado prioridad al crecimiento económico del que había sido la principal beneficiada.

Daba pauta a la redefinición del papel que, a juicio del nuevo gobierno, correspondía al estado en la conducción del proceso económico, recuperando en cierta medida los postulados ideológicos de la Revolución Mexicana expresados en la Constitución de 1917. Echeverría apoyó la intervención del Estado en todas las esferas de la economía, adjudicando a la inversión pública un papel relevante en el futuro económico del país.

Echeverría justificó la necesidad de pasar a un nuevo modelo de crecimiento que permitiera continuar con el ritmo observado en la década anterior, pero corrigiendo sus efectos de desequilibrio social. En el fondo, lo que se cuestionaba no era el modelo de desarrollo económico, sino sus efectos negativos en cuanto a la falta de justicia social y, por lo tanto, se pensaba que era posible solucionar las contradicciones generadas por el “desarrollo estabilizador”. Se trataba además de recuperar la importancia relativa del Estado en el proceso económico.


El 50% de las familias con más bajo ingreso recibía el 15% del ingreso per cápita, mientras que en otro extremo, el 20% de las familias con más altos ingresos recibía el 64%, y el 10% de las familias más ricas (menos de 900,000 familias) recibía el 51%. El ingreso personal promedio era de 600 dólares por año (a precios corrientes), en tanto que el 10% de las familias más pobres de México recibía alrededor de 90 dólares (1125 pesos) por persona en el año. Asimismo el ingreso per cápita se repartía de manera más equitativa en los centros urbanos que en los rurales, donde cerca del 6’% de las familias de menores recursos recibía un ingreso mensual equivalente al que recibía solo el 16% de las familias urbanas con menores ingresos.

No se tenían grandes esperanzas de que su gobierno pudiera corregir realmente las fallas socioeconómicas de sus antecesores, no obstante su crítica a las deficiencias sociales del modelo del desarrollo estabilizador.

Durante las primeras semanas de su mandato, Echeverría desplegó una actividad pocas veces vista en un presidente de la República. El nuevo gobierno creó un sinnúmero de comisiones e instituciones, entre las que se cuenta: la Comisión Nacional de las Zonas Áridas, el Instituto Nacional para el Desarrollo de la Comunidad Rural y de la Vivienda Popular, el Instituto Mexicano de Comercio Exterior, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. Además, se sometieron a consideración del Congreso varias iniciativas de ley tales como la Ley Federal de la Reforma Agraria, la Orgánica de Petróleos Mexicanos, la General de Instituciones de Crédito, y Organizaciones Auxiliares, la Orgánica del Banco de México, y la del control federal de los Organismos Descentralizados y Empresas de Participación Estatal.

Esas actividades de los primeros meses de gobierno, sumadas a los planteamientos echeverristas acerca de un nacionalismo económico declarado, de la necesidad de llevar a la práctica una reforma educativa, la apertura democrática y, en fin, el nuevo estilo político del gobierno, respaldado ante la opinión pública los objetivos planteados por Echeveria de llevar a cabo una reorientación profunda destinada a tener efectos a largo plazo.


“Más que realizar un programa de gobierno” decía Echeverría en uno de sus discursos iniciales, “ejecutaremos un programa del pueblo”, y agregaba luego: “No descansaré un sólo día del sexenio en la tarea de promover el mejoramiento de los campesinos y del medio rural.” Resaltaba la necesidad de la intervención estatal en la economía a fin de hacer realidad el programa de justicia social, el Estado “posee una            racionalidad distinta   a          la         del      grupo empresarial”, aunque reconoció que en un determinado sector de ese grupo poseía una mentalidad similar a la del Estado, refiriéndose de manera específica a los empresarios nacionalistas dispuestos a engrandecer a México. 

La idea del empresario nacionalista, expresado por Echeverría desde recién iniciada su administración se habría de tomar una y otra vez a lo largo del sexenio; estaría por lo general lleno de referencias y llamados a aquel sector de la iniciativa privada que, de acuerdo con esa apreciación echeverrista, debería de construirse en el aliado más efectivo en la instrumentación del proyecto económico estatal. El eje del pacto social de desarrollo económico, debería de estar concertado por los tres sectores: el Estado, los empresarios nacionalistas y los sectores populares, pues el buscar apoyo en una sóla de las partes constituiría un grave error político, se aceptaba el capital foráneo a condición de que fuera complementario a la parte del capital mexicano, que debería ser la mayoritaria y fundamental.

Las acciones emprendidas por Echeverría a partir de su llegada al poder se movieron simultáneamente en el plano de las reformas económicas y en el plano político e ideológico. la primera reforma económica que trato de poner en marcha el gobierno de Echeverría consistió en un proyecto de reforma fiscal, amparada por una ley expedida por el Congreso en diciembre de 1970, es decir, a los pocos días de iniciado el sexenio, no pretendía una modificación radical al sistema tributario ya que afectaba de manera primordial a los artículos de lujo; sin embargo, el proyecto suscitó el rechazo de la iniciativa privada no tanto porque estuviera en contra de la reforma en sí, sino porque por primera vez el gobierno tomaba una decisión de tal naturaleza sin habérselas dado a conocer con anterioridad.

Después de aquel fracasado intento de reforma fiscal, de haberse puesto en marcha hubiera significado un cierto alivio los problemas financieros del Estado, al iniciarse el año de 1971, el gobierno tomó la decisión de adoptar una política restrictiva que aparte de reducir el gasto público, ejerciera un control sobre el sistema monetario y crediticio.

El crecimiento de la economía descendió bruscamente pues al reducir el gobierno su ritmo de inversiones y gastos, contrajo la demanda y esto dio motivo para que el sector privado se mostrara cauteloso y redujera también sus inversiones, lo cual a su vez produjo el aumento del desempleo, mientras que aumentaban los precios al consumidor. Echeverría comenzaba su periodo presidencial con una política económica equivocada que convirtió el primer año de su gobierno en lo que se llegó a conocer como el año de la “atonía”. 

En junio de 1971 Echeverría se propuso llevar a la práctica la idea de la “alianza popular” con la creación de la Comisión Nacional Tripartita, integrada por empresarios, dirigentes obreros y representantes del gobierno, como un organismo de consulta mediante el cual se pretendía institucionalizar el pacto social y conciliar los diferentes intereses del sector privado y de los trabajadores, bajo la función mediadora del Estado. En la declaración de principios de la Comisión Nacional Tripartita se proponía: “salvar las contradicciones derivadas de nuestra estructura económica, es un esfuerzo conjunto del gobierno y de los diferentes sectores para orientar la actividad de todos conforma a los intereses del país”.

Ante las dificultades económicas de aquel año de 1971, se hicieron frecuentes la declaraciones de diversos funcionarios públicos, incluyendo a l Presidente de la república, acerca de las “impostergables” reformas que era necesario instrumentar a fin de superar el estancamiento; y en ese sentido, la política económica que regiría para 1972 recuperaba los planteamientos de Echeverría sobre el problema de concentración del ingreso.

Las actividades agropecuarias, se dictaron varios decretos durante el año de 1972. Además de poner en vigor la nueva Ley Federal de la Reforma Agraria, se promulgó la Ley Federal de Aguas, se fortalecieron los instrumentos de crédito al campo y se estableció el seguro de vida para los campesinos. 
  
B. SITUACIÓN ECONÓMICA COMPRENDIDA ENTRE 1974-­1976 


La balanza comercial reflejo de esta política, se debilitó más y el déficit pasó de 6,600 millones de pesos en 1970 a 55,600 por lo que el 31 de agosto de 1976 el peso mexicano se devaluó, suponiendo que con ello se podría estimular la agricultura, ganadería, pesca y turismo. 

Al iniciarse la década de los años setenta, la imagen que se tenía de México en el ámbito económico internacional era la de un país privilegiado que destacaba entre las naciones en vías de desarrollo. Su crecimiento económico general, la solidez de su moneda, la solvencia de su crédito, además de la estabilidad política interna , eran signos manifiestos de que podía ser considerado como un país en camino hacia el progreso.

Disminuyó de manera significativa la importancia relativa de las actividades primarias, tanto como fuente de ocupación de mano de obra como en lo que se refiera a su participación en el producto interno bruto nacional. Los cambios registrados dieron como resultado la creciente diversificación de la economía en términos de ocupación, producción y exportaciones.

El nivel del desempleo iba en rápido aumento y la satisfacción de las necesidades de servicios educativos, médicos, sanitarios y de vivienda, tenía un atraso de varios años. Respecto al ramo de transportes, vastas áreas rurales no había logrado participar del desarrollo en el transporte por carretera y el estancamiento de los ferrocarriles se convertiría en un cuello de botella que impedía la buena marcha de las actividades establecidas en las zonas urbanas­ Algunas ramas del sector industrial­ electricidad, petróleo, siderurgia y minería, padecía también estancamiento a causa de problemas financieros. Lo más grave de todo era la imposibilidad de mantener la autosuficiencia en materia de producción de alimentos, a causa del rezago y la descapitalización de la agricultura.

A partir de la estrategia de sustitución de importaciones, la industria privada manufacturera de México se convirtió en una actividad dedicada casi por completo a abastecer el mercado interno urbano.

La creciente participación de la inversión extranjera directa en la industria mexicana, junto con un alto grado de concentración de la propiedad de los medios de producción, eran las características sobresalientes de la industria en el México de 1970. De este modo, el mercado se estrechaba, tanto por la falta de expansión de la agricultura, como porque ellos limitaba el crecimiento de las actividades no agrícolas. Por su parte, la industria se desenvuelve sin una agricultura que le diera sustento sólido, con creciente penetración del capital extranjero, con un fuerte grado de concentraciòn de la propiedad, con múltiples subsidios y desmedida producción y con un grado limitado de eficiencia que no le permitía competir con industrias foráneas.

Estaba claro que el modelo de sustitución de importaciones había entrado en una fase de agotamiento, pues, al no producirse en México las materias primas industriales y los bienes de capital, es decir, maquinaria y tecnología, fue necesario que buena parte de estos bienes tuviera que adquirirse en el exterior, de manera que el mero funcionamiento de la planta industrial obligaba a la importación de manera permanente y creciente.

La creciente concentración de la riqueza, los rezagos en la atención de los servicios sociales, la penetración creciente del capital extranjero, la insuficiencia agropecuaria, la ineficiencia industrial, el desempleo, la represión y el debilitamiento del sector público. 


El programa económico anunciado en los discursos echeverristas de campaña electoral, tendiente a recuperar la legitimidad del estado y a corregir las fallas del modelo de desarrollo estabilizador, se publicó de manera extraoficial en los primeros meses del nuevo gobierno, destacándose los siguientes objetivos básicos:
a)     Crecimiento con distribución del ingreso 
b)     Reforzamiento de las finanzas públicas y del sector paraestatal
c)     reorganización de las transacciones internacionales y reducción de la deuda externa
d)     Modernización del sector agrícola y aumento del empleo
e)     Racionalización del desarrollo industrial 

Se presentía que el Estado se constituye en el único elemento de la sociedad capaz de garantizar la continuidad del crecimiento y de generar, tomando a la política económica como instrumento, los cambios que garantizarán el desarrollo integral del país.

En aquellos primeros momentos del sexenio, la mayor preocupación del gobierno consistiría en dar solución urgente a los graves problemas económicos que padecía el país, para lo cual se propuso adoptar una política que fue llamada de “consolidación”, orientada a superar los problemas financieros, como un primer y necesario paso para lograr después, según se esperaba, la metas generales de política económica anunciadas por Echeverría el día en que asumió el poder presidencial.


El comportamiento de la economía en los años de 1971 y 1972 ilustra lo que llegaría a ser una característica del sexenio echeverrista en materia de política económica: la política del freno (1971) y arranque (1972) que habría de incidir de manera desfavorable en la evolución de la economía mexicana.

A la flotación regulada de la moneda que se introducía después de 22 años de estabilidad cambiaria, se le añadía un paquete de medidas complementarias que, según se dijo, tenían el propósito de obtener las máximas ventajas posibles y reducir al mínimo los impactos desfavorables de la nueva situación cambiaría. Esas medidas incluían.

a)    aumento de los impuestos a la exportación de mercancías
b)    supresión de los CEDIS (Certificados de Devolución de Impuestos)
c)    reducción selectiva de aranceles a la importación 
d)    establecimiento de un impuesto sobre utilidades excedentes 
e)    puesta en práctica de un sistema de crecimiento regulado del crédito
f)     elevación de las tasas de interés a los pequeños ahorradores 
g)   ajustes al programa de gasto público 
h)    fortalecimiento de los mecanismos de control de precios
i) sostenimiento de los precios de venta de la CONASUPO
j)   ajustes en las percepciones de los trabajadores al servicio del Estado 

La devaluación, que era realmente lo que significaba la flotación el peso mexicano, provocó numerosas críticas en contra del gobierno,las cuales se centraban en el argumento de que la situación económica nacional era el resultado lógico de la política económica instrumentada a lo largo del sexenio, la cual además de equivocada e ineficaz , constituía una prueba irrefutable del fracaso no sólo de la

llamada política de desarrollo compartido en sí misma, sino además de su inoperancia como alternativa frente al desarrollo estabilizador. 


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